La Muerte de Los Señores
By Keith Miller
"Si me encuentro por ahí a la muerte a lo macho no le he de temer"
-José Alfredo Jiménez
Imágenes de la muerte sobran. En cualquier día es posible que un niño vea decenas de ellas. Pueden ser chistosas como suelen ser en las caricaturas o bien pueden ser emocionantes como en las películas hollywoodenses de acción, llevadas a cabo con excelencia por Arnold Schwarzenegger, quien puede dejar un saldo de unos cien en el trascurso de una sola película. Pero estos muertos tienen algo irreal. Es gente que muere sin consecuencias, especialmente en el caso de las películas de acción. Para que nos afecte una muerte tiene que tener un aspecto más real, más personal, más humano: tiene que tener algun vínculo con la vida.
En el subconsciente colectivo ciertas personalidades adoptan un ser más amplio que los de la calle. Por ejemplo Luís Miguel, Michael Jordan, el Sup y El Señor de Los Cielos. Este último es o era un personaje del deseo popular tan profundo que ni la imagen de su muerte nos satisfizo. Su mismo nombre le hizo trascendente, super-real, casi un dios. Tan imposible pareció su muerte que nadie la creía. Ya tienen pruebas científicas y muchos todavía no la creen. No la quieren creer. Se mostraron imágenes del cadáver del presunto Carillo Fuentes al público deseoso a probar que el Señor de los Cielos de veras se había muerto.
En el año 1500 Andrea Mantegna pintó "Cristo Muerto". Como muchos imágenes del mismo tema, el Cristo yace en paz, su cara llena de serenidad; tal vez esté dormido. La única emoción está empujada hacia una esquina con las lágrimas de las Marías.
Veintiún años después Hans Holbein retrató al mismo momento doloroso. La versión de Holbein resulta estorbosa precisamente por ser una de las primeras representaciones (si no la primera) de la muerte de Cristo no como hecho simbólico sino evento real. Enfatizado por su horizontalidad, vemos el cadáver en su ataud (la palabra 'cadáver' dificilmente se hubiera usado para el de Mantegna y tantos otros). La cara del Señor apesta a muerte: sus ojos entreabiertos, igual que su boca, su mano rígida y casi verde, sus heridas secas y manchadas.
Cuando Holbein pintaba su Cristo muerto yo diría que su intención era de mostrar cuán muerto era Cristo y por ende subrayar el milagro de su resurrección. Retratar así a la muerte implicó que no era una muerte celestial sino real, dolorosa, carnal, relacionada con la vida y alejada de ella. Las pruebas de la muerte de Amado Carillo Fuentes nos hicieron ver lo real de su muerte, y así nos aeguraron que no era inmortal. Pero ya que está realmente muerto el Señor de Los Cielos ¿habrá otra forma de resurreción?